En el coche suena Maite Martín. De agua y fuego me viene acompañando desde hace un rato. Podría dar un pequeño rodeo y no pasar por esa calle, pero quiero pasar. Quiero mirar. Adivinar qué es lo que está ocurriendo. A la altura del número veintidós, paro el coche. Es un riesgo en una calle de tráfico intenso, pero no me importa.
Levanto la vista. Desde la ventanilla del coche veo la que fue su ventana durante tantos años. En un rápido vistazo me doy cuenta de que está completamente nueva. Miro hacia el balcón y también se ve nuevo, como recién estrenado. De pronto me fijo en la jardinera, repleta de plantas, el sueño de mi madre hecho realidad cuando la vida continúa sin ella. Y también las plantas.
Desde mi ventana miro la suya y en un instante comienzan a pasar imágenes al otro lado del cristal. Esteban sentado en el sillón y yo en el de al lado trabajando. Apenas habla ya, pero lo siento cerca. Me voy atrás en el tiempo y se ha cambiado de sillón. Porque en el otro, junto a la ventana, está Maruja. Apenas habla ya, pero la sentimos cerca. Sigo caminando hacia atrás y los veo a los dos en los mismos sillones, hablando, a ratos discutiendo, pero sintiéndose cerca. Y ya no puedo regresar más en el tiempo. La pena no me lo permite. El claxon de un coche, cuyo conductor no comprende qué demonios hago en mitad de la calle, mirando hacia una ventana del segundo piso del número veintidós de Pedro María Ric, tampoco.
Bajo la vista antes de que me salten las lágrimas. Que yo no soy de llorar.
¿Qué habrá al otro lado de su ventana?
La vida, que continúa. Sin ellos. Las plantas insultantemente verdes de la jardinera me lo confirman.
Arranco el coche.
Lucía
Hermosas palabras que expresan la tristeza de la pérdida, querida amiga.
Lucía
Hermosas palabras que expresan la tristeza de la pérdida, querida amiga.
Carlos Martínez Sangüesa
Muy emocionante. Difícil pasar por allí.Besicos
Carlos Martínez Sangüesa
Muy emocionante. Difícil pasar por allí.Besicos