Blog

Llanto

«La luna tiene una cicatriz
y el cielo calla.
Cuando nada te quede
no estaré yo».

Han caído en sus manos. No sabe quién se los ha puesto delante. Los tenía perdidos en alguna caja todavía sin desembalar. Y, de pronto, han aparecido sobre la mesa. Son versos de la poeta Pilar Manrique. Y le provocan un llanto largo y profundo como ese mar que dejó atrás torturada por la culpa. Nuria está sola. Vive en un país que no es el suyo. Lleva dentro un hijo que tampoco va a ser suyo. Y tiene miedo. Un miedo atroz a la venganza de ese ser que abandonará en cuanto nazca. El mismo que le ha puesto delante esos versos, segura está de ello. Como aviso. Como amenaza por su traición. Como una pena eterna por su ingratitud.

Se siente una delincuente que solo merece el castigo de las diosas por desleal. Ha decepcionado a todas las mujeres de la Tierra, ha fallado a todas las madres. Se ha defraudado a ella misma. No se lo perdonará nunca. El llanto no cesa.

Al principio dudó. No se sentía capaz de cometer semejante felonía. Pero la convencieron: «solo son nueve meses de tu vida que te sacarán del atolladero». El dinero pagaría las facturas pendientes, podría comenzar de cero. No le sirve de consuelo. A cambio ha alquilado su vientre, aunque ahora tiene la convicción de que es toda ella la que está alquilada. Y no lo puede soportar.  Sigue llorando.

Se arrepiente de su error, pero es tarde para rectificar. Siente cómo le crece dentro la vida. No la puede parar. Ya no. Es tarde.

Lee de nuevo los versos. El corazón le da un brinco. Decide huir. Lo perderá todo, pero: 

«Cuando nada me quede, estarás tú».

Cesa el llanto.

 

@ElenaLaseca

Ilustración (acuarela):  Mercedes de Echave

Deja una respuesta