Alarma
Nuestra memoria guarda los recuerdos de los acontecimiento históricos que nos toca vivir pegados a detalles personales nimios. Un jersey de rayas, el olor de un perfume o el libro que leímos en una época concreta se agarra entre nuestros recuerdos con mucha más fuerza que el real, aséptico, de lo ocurrido. ¿Qué hacías la mañana del 11M? ¿Dónde estabas cuando aquel tsunami terminó con tantas vidas? ¿Cómo fue para ti la noche que Obama o Trump ganaron las eleciones en Estados Unidos? ¿Qué recuerdos nos dejará la primera pandemia mundial capaz de parar todos los países de la tierra?
También esto pasará. Volveremos a una vida que será distinta y, cuando dentro de unos años nos pregunten, la chispa que encienda nuestra memoria será el estampado de aquel pijama viejo que tiramos a la basura el día que pudimos por fin salir, la silla que usamos tanto abandonada ahora en el balcón o cualquiera de los cientos de versiones del Resistiré. Y veremos incrédulos las cifras de muertos y nos parecerán mentira y alguno pensará con añoranza en esas semanas en las que se paró el tiempo y, a pesar del miedo y la incertidumbre y la angustia de los números, pudo escribir sobre lo que estaba pasando.
Por eso, este es un libro único. Porque reúne las historias de escritores que han escrito sobre el coronavirus en tiempo real. Confinados, pendientes de las noticias, preocupados por familiares y amigos y con la incertidumbre sobre lo que está por venir. Y, cuando dentro de unos años, vuelvan a ese libo, recordarán la mañana que se quedaron en casa y el olor a pan saliendo de la cocina mientras escribían su relato.
Son historias escritas en una situación inédita para todos, que se publican en este libro cuando todavía no ha terminado, que tienen un fin benéfico y que formarán parte de la memoria de autores y lectores en un situación excepcional. Este libro construye recuerdos. Buenos, malos,personales, compartidos, nuestros. El recuerdo de cómo vivimos aquellos meses que cambiaron para siempre tantas cosas.
Ana Segura Anaya
Periodista
- PRÓLOGO. Autora: Ana Segura.
- UN HALLAZGO MARAVILLOSO. Autor: Alejandro Corral Orea.
- MÁS DE LO MISMO. Autor: Alfonso Pardo.
- CATENACCIO ‘20. Autor: Alfredo Moreno.
- BICICLETA. Autora: Ana Alcolea.
- UN DÍA MENOS PARA AMARSE. Autora: Ana Rioja.
- EL FIN DEL MUNDO. Autora: Anabel Consejo Pano.
- UN INSTANTE EN LA ALHAMBRA. Autor: Antón Castro.
- LA AVENTURA DEL POSEIDÓN. Autor: Carlos Castán Andolz.
- EN EL PEOR MOMENTO. Autor: Carlos Manzano.
- EL MANIFIESTO DE LOS ANIMALES. Autor: Carlos Tundidor.
- RESISTIR EN VENCER. Autor: Chesus Yuste.
- SOMBRAS DE LA CHINA. Autora: Coral González Vázquez.
- ¿DISTOPÍA? Autor: Dimas Vaquero Pelaez.
- PUERTAS CERRADAS. Autora: Elena Laseca Ferrández.
- LA NOVELA. Autor: Javier Fernández López.
- 2121. LA LECCIÓN DE ÉTICA. Autor: José Antonio Prades.
- ESPEJO DE UNA GUERRA, IMAGEN DE UNA PANDEMIA. Autor: José Luis Corral.
- FALTA DE VOLUNTAD. Autora: Luisa Miñana.
- PANTERAS GRISES. Autora: Marta Navarro.
- EL INNOMBRABLE. Autor: Óscar Sipán.
- EL GRAN SECRETO DE LA INMORTAL VALERIA SALVILLO. Autora: Pilar Aguarón Ezpeleta.
- SUCEDIÓ. Autor: Ramón Acín Fanlo.
- GEODÉSICO. Autor: Raúl Herrero.
- PATOS CAMINAN ACERAS. Autor: Rodolfo Notivol.
- ELEFANTES POR LA VENTANA. Autor: Sioni Polo.
PUERTAS CERRADAS
Eran siete. Dos hermanas y cuatro hermanos tenía mi madre. Y solo queda uno, enfermo y encerrado en el pueblo con su mujer extraviada en el alzheimer. Los dos perdidos. Así que, si hago cuentas, se han ido todos.
El año pasado lo pasé en un ir y venir sin sosiego al pueblo. De funeral en funeral. Empezando por mi madre, a la que más lloré y sigo llorando. Y después, como si todos los demás estuvieran esperando a que mi madre iniciara el camino, la fueron siguiendo, uno tras otro. Y ya solo queda uno, que ni siquiera puede contarlo.
A los dos últimos no he podido despedirlos. La querida tía Feli y el tío Mariano —el tío soltero y el más joven— se han muerto solos, atacados por el virus que tiene nombre de mascota de juegos olímpicos. Este año no he tenido que viajar al pueblo, de funeral en funeral. Y esa pena todavía es mayor.
En mi pueblo, Trijueque, al que llaman el balcón de la Alcarria por ser uno de los mejores miradores de la meseta castellana, se han cerrado todas las puertas de mi familia. Y a ver qué hago yo este verano —si es que podemos salir de esta concentración, llamada confinamiento— cuando haga el recorrido por las casas y estén todas cerradas. Y a ver qué hago yo sin poder recorrer las cocinas de mis tías, oler sus guisos y decidir en qué casa comer. Y a ver qué hago yo cuando termine mi estancia allí y no tenga que despedirme de nadie. Y a ver qué hago yo cuando se me amontonen todas las ausencias y me invada la tristeza.
A ver qué hago yo.
(…)
Mujer y el poder de cambiar
“Todo cambia. Todos cambiamos… lo único que permanece inmóvil es aquello que ya no tiene vida. Y sin embargo durante mucho tiempo la misma palabra cambio ha generado miedo e inquietud en el ser humano, el hombre ha sentido miedo y desazón a partes iguales cada vez que descubre que el cómodo refugio de la estabilidad y de la rutina empiezan a agrietarse.
Existen culturas que niegan la misma posibilidad de una variación condenándonos a una eterna repetición de errores y aciertos, para otras el cambio es tan irreversible y azaroso que nuestra voluntad no es más que el juguete de vientos que lo empujan en cientos de direcciones diferentes.”
- CON UN PAÑUELO EN LA CABEZA. Seudónimo: Tarazonica. Autora: María Victoria Trigo Bello.
- NUNCA ES TARDE. Seudónimo: Malena Pozo del Moro. Autora: Elena Laseca Ferrández.
- LA DECISIÓN DE MARJA. Seudónimo: James Stewart. Autor: Ángel Luis Garrido Marín.
- SEGUNDA OPORTUNIDAD. Seudónimo: Himilce. Autora: Ana Isabel Llorente Gracia.
- ELLA. Seudónimo: Nesace. Autora: Nerea Marco Reus.
- COLORES DE VIDA. Seudónimo: Priyanka. Autora: Pilar Fecé Piazuelo.
- LANCES DE ACERA. Seudónimo: Ausias Gaula. Autor: Jesús Fernández Navarro.
NUNCA ES TARDE
7 de la mañana
Las siete. Hay que ver lo pronto que me he despertado, si ya llevo lo menos una hora dando vueltas en la cama. Me quedaré un ratito más, que estoy muy a gustito disfrutando de la ilusión por verlas. Mis amigas, mis dos mejores amigas. Aunque, pensándolo bien, no debería aperezarme, que son muchas las cosa que quiero hacer antes de que aparezcan, pues les tengo que dar buena impresión, sin pasarme, claro, que yo nunca he sido sofisticada, qué digo, sofisticada, como si estuviera yo para muchas alegrías y menos últimamente con estas depresiones que me hunden en la miseria. Hija, Gloria, que te tienes que animar, ya parece que las estoy oyendo y es que me las imagino, las dos impecables. Porque otra cosa no tendrán pero se saben cuidar como nadie y más desde que están viudas, que van como un pincel, oye. Hace tanto que no pasamos un día juntas, qué digo día, ni una tarde siquiera, ni me acuerdo cuándo me tomé el último café con ellas y, las cosas como son, las echo en falta y no sé por qué no las llamo más a menudo pero es que yo tengo que atender a mi marido y mi casa es de mucho trabajo y no puedo permitirme el lujo de dedicarme a llamar para salir con las amigas. Además, desde que vivimos en el campo -lo que tiene muchas ventajas, dice mi marido- me da mucha pereza ir al centro, con el atasco que se forma al entrar y salir, que no llega nunca el autobús, porque el caso es que nunca me decidí a sacarme el carné, que mi marido dice que para qué lo necesito estando él y razón no le falta que una mujer siempre va mejor acompañada del marido, dónde va a parar, así que mucho mejor el autobús, que pasa cada hora y total para lo que salgo…en fin que no, que yo tengo una vida distinta y punto. La cosa es que tengo que reconocer que la emoción y la ilusión me tienen en vilo desde el punto de la mañana.
(…)
Oleaje
“¿Y si ellos se desnudan? Vamos, que se quedan en cueros, en pelotas, como se suele decir coloquialmente. Estaría bien que los papeles tradicionales se cambiaran, ¿no? No estoy hablando de pornografía masculina, sino de insinuación, belleza, sugerencia, admiración de los cuerpos como si fueran esculturas silenciosas que forman parte del encuadre. Objetos a los que deseas tocar. Esta idea que forma parte de una campaña publicitaria de autoría holandesa, con intención reivindicativa en materia de sexismo, la vemos plasmada en imágenes provocadoras que rompen el prototipo de mujer objeto dominando la escena, vestidas con impecables trajes sastre de corte masculino y zapatos de tacón de aguja, junto a hombres sin ropa que posan como auténticos floreros, sin nada encima, y al servicio -se supone- de la mujer dominante. Solo que el foco se centra en los hombres esculturales. Acostados en el sofá, de pie como obras de arte o encima de una alfombra. Ellas miran a cámara, ellos no.
(…)”
Margarita Barbáchano
Coordinadora
- LA POLVERA DE PLATA. Autora: Ana Alcolea.
- NO QUIERO QUE ME LLAMEN CARA DE ACELGA. Autora: Ana Rioja Jiménez.
- LA ESTIRPE DE LOS MALDITOS. Autora: Pilar Aguarón Ezpeleta.
- ALGUNOS HOMBRES BUENOS. NO TODO ESTÁ PERDIDO. Autora: Elena Laseca Ferrández.
- LINDSAY 2. Autora: Patricia Esteban Erlés.
- VOLVER A CASA. Autora: Teresa Garbí.
- COSAS AGRADABLES EN LAS QUE PIENSA UN HOMBRE VULGAR. Autora: Luisa Miñana.
- MAGNETISMO. Autora: Pilar Laura Mateo.
- LA NOVELA. Autora: Ángela Labordeta de Grandes.
- EL MARIDO FIEL. Autora: Margarita Barbáchano Gracia.
ALGUNOS HOMBRES BUENOS. NO TODO ESTÁ PERDIDO.
–En realidad, si uno lo piensa bien, los que se dedican a la política deberían ser los más generosos, los mejores de una sociedad, las buenas personas.
Con esa franqueza característica de Eduardo, mi querido y añorado Eduardo, dejó caer esta afirmación tan obvia para él como que el sol sale cada día. Nos encontrábamos disfrutando de una de esas noches maravillosas, durante las cuales, siete amigos despachábamos un bocadillo y unas cuantas cervezas a la vez que arreglábamos el mundo.
–Porque, claro –continuó abriendo mucho los ojos como el que hace un gran descubrimiento–, para dedicarse a trabajar por el interés general, uno tendría que olvidarse del particular y ocuparse de los demás, ¿o no?
Y se nos quedó mirando, fijamente, esperando nuestro unánime asentimiento ante semejante verdad irrebatible. Pero, lo realmente verdadero e incuestionable era que él no concebía ninguna otra forma de estar en el mundo sino siendo bueno. Durante unos segundos se hizo el silencio. Eduardo no manejaba la ironía, lo que decía lo decía en serio porque si contaba un chiste o una anécdota –y a menudo lo hacía con gran soltura y mucha gracia– avisaba primero. No había avisado, por tanto no nos estaba gastando una broma. La perplejidad que nos causó semejante declaración, llena de tamaña ingenuidad, hizo que estalláramos en una carcajada general y dándole palmadas en la espalda le tomáramos el pelo.
(…)
Relatos de 90 segundos
EL MERENGUE
Me fastidiaba sobremanera que mi cumpleaños cayera en domingo. Mi madre me miraba perpleja sin comprender mi enfado.
— ¡Vaya!, este año cae en domingo —exclamo yo enojada mirando el calendario.
Tampoco me gustaba que cayera en jueves. Los jueves teníamos fiesta por la tarde.
Y si no caía ni en domingo ni en jueves, salía del colegio dando saltos, mi madre me agarraba con fuerza de la mano para contener mi alegría desbordada. Iniciábamos el recorrido: desde las Paulas —mi destino de estudiante becaria y pobre comenzó en la calle San Vicente de Paúl— hasta el Coso. Allí estaba la Granja Astoria con su flamante escaparate lleno de sueños dulces, inaccesibles para mí. El agua en la boca y el corazón acelerado, me volvía a asaltar la duda: ¿Se habrán terminado? Sin pensar por un día en el ahorro, hacíamos el camino de vuelta con el merengue más grande. Ni la visión del cuartel de San Agustín, al fondo, en la calle Arcadas, me aterraba ese día. Al llegar a mi vieja casa de Barrioverde, del merengue solo quedaban los labios pegajosos y la pena de que se hubiera acabado tan pronto.
Mi único pastel del año.
Palabras Contadas Nº 8.Mamá tenía razón.
Agradecemos vivamente la acogida que nuestro modesto certamen está teniendo. Para este número hemos seleccionado diecisiete relatos de los doscientos noventa y cuatro llegados de toda España. No todas las historias que os presentamos son declaraciones de amor filial, también hay reproches y ajustes de cuentas; al fin y al cabo no son otra cosa más que el reflejo de la vida misma.
Gracias, una vez más, a la Editorial La Fragua del Trovador por hacer posible la publicación de esta colección y os prometemos que habrá más.”
Pilar Aguarón Ezpeleta
Directora de la Colección
- NUNCA ES TARDE, CUANDO LA RAZÓN ES CIERTA. Autor: Fernando Ainsa Amigués (Zaragoza).
- ENTRE DIOS Y LA LOCURA. Autor: Manuel Artero Badenes (Barcelona).
- Y PAPÁ, TAMBIÉN. Autor: José Carrasco Llácer (Valencia).
- ¡OH, EL AMOR!. Autor: Santiago Casal Quintáns (La Coruña).
- LA TRAICIÓN DE UNA FLECHA. Autor: Jorge Casasaltas Ramírez (Girona).
- EL LECTOR. Autora: Mª Jesús Colón Carvajal (Madrid).
- LA LLAMADA DE UNA MADRE. Autor: Francisco Javier Conejo Hidalgo (Vizcaya).
- NUDILLOS EN MI PUERTA. Autora: Ana María Draghia (Alicante).
- EL CUMPLEAÑOS MÁS IMPORTANTE. Autora: Germinal García Ramírez (Barcelona).
- LOS PIES DE MI MADRE. Autora: Elena Laseca Ferrández (Zaragoza).
- PARA JUAN. Autor: José Enrique Montalvá Camarasa (Valencia).
- UN DÍA EN EL CAMPO. Autor: Fernando Nuño Sánchez (Asturias).
- SIN TÍTULO. Autora: Elena Orte Tudela (Zaragoza).
- PINTALABIOS ROJO. Autora: María José Pellejero Letosa (Zaragoza).
- LA CHISTERA Y EL DRAGÓN. Autor: Juan Salvador Piñero Ruiz (Murcia).
- LA HUIDA. Autora: Lidia Recio Santos (Valladolid).
- PERVERSIÓN. Autor: Ricardo José Sanz Ibáñez (Zaragoza).
LOS PIES DE MI MADRE
Estoy contemplando los pies de mi madre. Los pies inertes de mi madre en la cama del hospital. Llevo días observando estos pies, tan inmóviles, tan blancos, tan secos. Cada día sucede lo mismo. Entro en la habitación y me siento con la ilusión de que ese día va a moverlos. Que comenzará moviendo los pies, luego las manos y terminará por abrir los ojos y hablarme. Me siento y espero, sin quitar ojo de los pies. Al cabo de una hora he perdido la esperanza y decido moverlos yo. Me embadurno las manos con crema y comienzo despacio a masajearlos. Primero el derecho –mi madre siempre se ha calzado primero el zapato derecho- y luego el izquierdo. Tengo que hacerlo suavemente, apenas rozo la piel, si presiono un poco más, el gesto de mi madre muestra dolor. A puro de mirarla, he aprendido, por fin, a interpretar sus gestos. Al terminar el masaje, los vuelvo a colocar y así se quedarán hasta que yo misma los vuelva a mover.
Al mediodía, cuando el sol entra por la ventana, levanto las sábanas y le dejo los pies desnudos, expuestos al sol. Confío en que el sol le hará bien a los pies. Y acierto, porque al notar el calor del sol, mi madre intenta sonreír. Detrás de una incómoda máscara de oxígeno trata de agradecer el calor en los pies. Ella siempre ha andado con los pies fríos. Por la noche, cuando comienza a refrescar, le pongo los calcetines de algodón que solía llevar en casa desde que se echaban los primeros fríos. Y así pasa un día más.
(…)
Palabras Contadas Nº 10.Así una noche tras otra.
Empezamos de una manera tímida y ha hemos cumplido nuestros primeros cinco años de vida. No sin satisfacción anunciamos que hemos publicado 205 cuentos inéditos, de 160 autores diferentes, muchos de ellos no habían tenido la oportunidad de ver algún relato en letra impresa y sabemos que hemos servido de trampolín para su vida literaria, pero también nos satisface contar entre nuestros autores a firmas de renombrado prestigio nacional.
Pero esto no acaba aquí, nuestro interés sigue siendo el mismo con el que empezamos: divulgar la narrativa breve y con este único fin os presentamos los 23 relatos de este número, como siempre llenos de sorpresas e imaginación.
Gracias, una vez más, a la Editorial La Fragua del Trovador por hacer posible la publicación de esta colección, y os prometemos que habrá más.”
Pilar Aguarón Ezpeleta
Directora de la Colección
- EN EL INFRAMUNDO. Autora: Ana Belén Calvo Llera (Zaragoza).
- DOÑA CELIA. Autor: José Carrasco Llácer (Valencia).
- EL DESTINO Y SUS BROMAS MACABRAS. Autora: Ana María Coelho (Madrid).
- SILENCIO POR RAYITO. Autor: Francisco Javier Conejo Hidalgo (Vizcaya).
- LUNA MENGUANTE. Autora: María Griselda Cousillas Vila (Barcelona).
- GILDO. Autor: Daniel de Culla (Burgos).
- ABEJA REINA. Autor: Raúl Garcés Redondo (Zaragoza).
- EL APAGÓN. Autora: Eva García Romo (Alicante).
- LA MALDICIÓN DE UNA NOCHE. Autor: Gonzalo González Alonso (Zaragoza).
- SIN TI YA NO VIVO. Autor: Paulo González Ogando (Burgos).
- ASÍ UNA NOCHE TRAS OTRA. Autora: Luisa Laiz Díez (León).
- LA CRESTA DE JAIME. Autora: Elena Laseca Ferrández (Zaragoza).
- VOCACIÓN DE VECINO. Autor: Carlos López Pérez (Logroño).
- OCHOCIENTAS. Autora: María José Pellejero Letosa (Zaragoza).
- ASÍ UNA NOCHE TRAS OTRA. Autora: Gloria Perales Raya (Madrid).
- Y SI EXISTIERA VIDA. Autor: Marcos Pérez Barreiro (Vigo).
- EL BANCO DE AZULEJOS BAJO EL JAZMÍN. Autora: Alba Piñol Farré (Tenerife).
- AMOR EN DOS TIEMPOS. Autor: Miguel Puche Gutiérrez (Granada).
- SIN TÍTULO. Autora: Eva Rodríguez-Alegría Cifuentes (Gijón).
- LUGARES COMUNES. Autor: Juan José Sánchez González (Badajoz).
- NO VALGO PARA INSTAGRAM. Autora: Eva Santana López (Barcelona).
- MIEDO. Autora: Roser Tomás Folch (Tarragona).
- LAS ÚLTIMAS BRAZADAS. Autor: Gregorio Vega Cuesta (Ciudad Real).
LA CRESTA DE JAIME
Así una noche tras otra desde hace casi un año. Su madre trata de mediar entre los dos, pero el portazo será inevitable. La cena comienza en silencio. Jaime, la cabeza baja, escarba en el plato como el que busca pepitas de oro. La madre lo mira de reojo, pero no dice nada. No quiere tentar a la suerte provocando la primera discusión, que luego se encadenará con una segunda y otra más, hasta terminar en el portazo como punto final a otra cena inacabada. Ensaya un comentario inofensivo. El estruendo del silencio le taladra los oídos.
— ¿Qué tal el nuevo profe de gimnasia? Parece muy joven, ¿no?
La pequeña, con expresión de entusiasmo, y aprovechando la oportunidad que le da su madre, abre la boca con la intención de dar su opinión sobre el profe, pero Jaime interviene sin darle tiempo a pronunciar palabra.
—Otro gilipollas más para la colección —suelta la bomba.
En ese momento, la madre sabe que se ha terminado la paz. Y la cena.
(…)