Ropa tendida
Julita vive rodeada de voces que le hacen fácil la vida; Aissatou sueña con su escuela para niñas; Clara siembra la esperanza en el infierno; Maruja disfruta de su cine Elíseos; la suicida huye con Mercedes Sosa de fondo; los amantes se escapan a un ibón; el terror frustra un recorrido en moto por Barcelona.
A JPR le arrebatan sus desayunos con diamantes; A Luz María se le olvida comer, pero recuerda sus tomates; Sabina convoca al sol en el solsticio de invierno; Paula cuida de su hermano; Vero no puede vivir sin Héctor; Mª Luisa no soporta las cejas pintadas; Laura descubre la magia del fuego; nadie acude al funeral de Mª Antonia.
Pachi da de comer a todos los seres vivos; Begoña siente aversión por las hormigas; a Olivia la salva la poesía; Ana recuerda los bonitos momentos con Luis; Alicia toma una valiente decisión; Mª Eugenia sueña con zapatos de tacón de aguja; las hermanas gemelas no soportan vivir separadas.
Y así, entre lágrimas, alegrías, amores y nostalgias va pasando la vida. Y así nos la cuenta su autora, Elena Laseca, a través de estos cuentos, ilustrados con arte por Mercedes de Echave.
Colores al sol
- Ropa tendida
- Cuatro días y tres noches
- A lágrima viva
- La calma de Penélope
- Teníamos doce años
- Tocando el cielo
- La infancia quemada
- Zumaia
Historias de viento y lluvia
- La loca de Julita
- Aissatou
- Clara
- Huida
- Las tardes del Elíseos
- Los amantes del ibón
- En la barra del bar entre dos ciudades
Secretos de chimenea
- Desayuno con diamantes
- Luz María
- Cuento de invierno
- Leche de almendras
- Vero, la pelirroja
- Antes muerta que sencilla
- La magia del fuego
- Quién pondrá fin a mi diario
La danza de la ropa al aire
- Pachi
- La cigarra y las hormigas
- Cuando la poesía te salva
- Los viejos lugares donde amó la vida
- Sin billete de vuelta
- La ilusión de María Eugenia
- Tus manos
La hija del italiano
«Tras su paso, cambió el aire. Nuestro mundo era gris. Los colores inquietaban», dice Isabel, narradora de la historia.
Los habitantes de la ciudad no la aceptan y se lo hacen saber sin tapujos con el fin de que, al sentirse rechazada, se vaya. Pero Asmara ha llegado con un claro objetivo y no tiene intención de marcharse, tampoco de tirar la toalla.
Asmara, única heredera de unas de las familias de rancio abolengo y propietaria del viejo y opulento caserón, que ha permanecido cerrado durante años, viene dispuesta a obtener respuestas, a destapar uno de los secretos mejor guardados de la ciudad ilustre. No le va a resultar fácil. Se instala en el famoso caserón y se dedica a crear piezas de cerámica que después vende en el mercadillo de los domingos.
Isabel Castro, hija y nieta de comerciantes, será una de las pocas personas con las que Asmara podrá contar. A Isabel, que solo tiene quince años cuando ve a Asmara por primera vez, la desconcierta y sobrecoge de tal modo que decide ponerse de su lado mucho antes de saber quién es. Isabel intenta descubrir qué hay detrás de esa mujer enigmática y por qué se ha producido tanto revuelo desde que ha puesto los pies en su ciudad. Sin embargo, la presión de una sociedad condicionada por el «qué dirán», consigue alejarla, aunque no dejará de admirarla nunca.
Isabel da un vuelco a su vida. Se enamora, se droga, bebe y se dedica justo a todo lo que en su familia se considera pecado y, en la sociedad del momento, incluso delito. Un trágico episodio la sumerge en una profunda depresión, de la que, paradójicamente, sale para rescatar a Asmara que se encuentra en una situación delicada y grave.
Poco a poco, Isabel va destapando hechos que han permanecido ocultos, «los muertos en el armario», pero no puede sacarlos a luz, todavía no.
Asmara representa, en la sociedad de la España de los años setenta del pasado siglo, el afán por desprenderse de esa pátina rancia que impide vivir y respirar con libertad. Y, al mismo tiempo, la lucha tenaz por descubrir su historia que, como tantas historias, se han mantenido ocultas durante años. Los poderes fácticos lo han impedido y lo seguirán impidiendo todo el tiempo que puedan con el argumento de que revolver el pasado no les traerá más que desgracias.
Protagonista de la historia. Mujer enigmática que aparece de repente en una ciudad cuando nadie la esperaba ya. Es la heredera única de una familia rica, pero de ingrato recuerdo. Ella ha crecido fuera de allí, pero vuelve para encontrarse con un pasado que se le ha ocultado. Tiene una personalidad fuerte y no se arredra ante las dificultades con las que se va tropezando. Oculta su verdadera profesión por seguridad. Para poder vivir —la supuesta familia rica se había arruinado muchos años atrás—, se dedica a fabricar tarros de cerámica que luego vende en un mercadillo ambulante. Lo que Asmara pretende es sacar a la luz hechos ocultos que se produjeron en esa ciudad y que le afectan directamente a su vida.
Narradora de la historia. Es hija única, nieta única y sobrina única de una familia de comerciantes. Ha sido educada en la más estricta moral y decencia, tanto por sus padres como por las monjas del colegio que ella detesta con todas sus fuerzas. No quiere seguir estudiando —entre otras razones por el rechazo que le provocan las monjas— y a los catorce años comienza a trabajar en la tienda de sus padres y su tía. Odia la rutina que preside toda su vida, pero de la que no puede desprenderse hasta la llegada de Asmara. En un momento dado, decide romper con todas las normas que la han asfixiado durante toda su vida y se dedica a transgredirlas. Sin embargo, esa decisión le acarreará terribles consecuencias.
Mujer soltera que regenta la tienda en la que trabaja su sobrina Isabel. Está al tanto de todo cuanto pasa en la ciudad. Gran narradora de historias, reales y ficticias. Oculta —como gran parte de las vecinas y vecinos— secretos en su vida que jamás revelará. Todos sus afectos los deposita en su sobrina, a la que adora y protege —o lo intenta— de todos los males del mundo.
María Columna y María Pilar son las mejores amigas de Isabel. Ellas, al contrario que su amiga, continúan estudiando en la capital, aunque suelen regresar a casa los fines de semana. No están interesadas en Asmara, ni les parece que sea especial. Sin embargo, cuando Isabel se encuentra en apuros, ellas son las primeras en acudir a ayudarla.
El gran amor de Isabel. Un muchacho atractivo y la oveja negra de una familia conservadora de tradición militar. Salvador no ha aceptado ninguno de los planes que sus padres habían elaborado para él. Un padre autoritario y violento lo aleja de su casa y se dedica a vivir por su cuenta. A su madre le recrimina no haberle defendido ante la violencia del padre. Encuentra la evasión en las drogas. Su vida estará marcada por la tragedia.
Ayudante de Asmara en la venta de las piezas de cerámica. Y, según las habladurías, algo más que su amiga y ayudante en el mercadillo. Adora a Asmara y arriesgará todo por defenderla y quedarse a su lado contra viento y marea.
Una chica buena y decente que las monjas convencieron para que entrara al noviciado. Ha dedicado dedicar su vida a Dios. Le resulta imposible creer que, entre las monjas, haya quienes se salten los votos que han hecho al entrar en el convento. Acepta ayudar a Isabel —a la que aprecia a pesar del recelo que esta tiene con respecto a las monjas— para demostrarle lo equivocada que está.
Abogada feminista dedicada a defender a las mujeres acusadas de adulterio y de abortar, en una época en que ambas cosas eran delito. Las amigas de Isabel consiguen dar con ella cuando las cosas se complican.
Voces
La novela cuenta la historia de Yajaira. Una mujer centroamericana cuyo afán es convertirse en cantautora de éxito para denunciar, a través de la música, la explotación de las mujeres latinoamericanas y, por extensión, de todas las mujeres de la Tierra.
La historia es relatada por dos voces: la de la propia Yajaira y la de Vega. Yajaira, a instancias de sus terapeutas, escribe y describe su vida en cuadernos que va titulando según aparecen los hitos fundamentales de su vida. Desde la infancia siente una intensa atracción por la música y es la música la que orientará y dará sentido a toda su vida. En la novela se relata toda su trayectoria artística como cantautora; su trayectoria vital y amorosa y su compromiso feminista con las mujeres de su América Latina.
Vega, la mujer española, cuenta la otra mitad de la historia desde su perspectiva: la relación que mantiene con Yajaira desde el día que se conocen —precisamente en un concierto— y la fascinación que desde entonces siente por ella. Vega relata los episodios que vive junto a Yajaira, describiendo cómo se siente respecto a ella.
Es la protagonista de la historia. Yajaira encierra una compleja personalidad, plagada de contradicciones, que se oscurece y enreda a menudo debido a una suerte de locura que empaña y dificulta tanto su carrera artística como su vida personal. A pesar de todo, es una mujer arrolladora y atractiva, que levanta pasiones, no solo a través de la fuerza de su música y de las conmovedoras letras de sus canciones, sino por su singular y sugestiva belleza.
“Yo estaba convencida de que tenía una misión en la vida. Consistía en denunciar, a través de la música, cualquier clase de injusticia. Y cuando dejé de creer en el dios que creía mi mamá y perdí la fe, me la pasé buscando algo a lo que agarrarme, para que me confirmara que no me engañaba, que de veras tenía una tarea que cumplir y que no podía ni debía obviarla.”
Vega es una de las amigas de Yajaira y su principal confidente.
Es una mujer tímida, marcada por una desgracia ocurrida en su infancia. Es discreta, callada, leal y sabe escuchar como nadie. Por eso Yajaira comparte con ella sus pensamientos, sentimientos y miedos. Se convierten en cómplices. Vega se ha hecho a sí misma, con su propio esfuerzo y con el afán de no depender de nadie.
“Nadie conseguiría entrar en mi corazón. Así no sufriría. Y me entregué con todas mis fuerzas a aprender cómo sobrevivir por mí misma. Y, sobre todo, a no necesitar a nadie. En el colegio casi no tenía amigas, ni amigos en la Universidad. Solo conocidos. No intimaba con nadie más allá de una relación amable y cordial en el mejor de los casos, siempre bastante superficial.”
Es la amiga gallega de Yajaira. La que siempre está cuando la necesita. Mujer acogedora y dispuesta a ofrecer su casa y sus caldiños que resucitan mortos.
Un hombre bueno que cree firmemente en que con voluntad, estudio y tesón se puede conseguir todo en la vida. Lo que le cuesta más entender son las ansias de volar.
Un hombre soñador, amante de la aventura y de los países exóticos que, en un momento dado, cambia su vida de viajero empedernido por el amor de una mujer.
Muchacho encantador, dicharachero, extraordinario conversador en varios idiomas, que sueña con crear una banda de jazz.
La hermana fiel, generosa y comprensiva que jamás se separa de Yajaira, a la que dedica toda su vida sin pedirle nada a cambio.
Mujer seria, profesional y estricta, que trabaja sin desfallecer por la carrera artística de Yajaira.
Las gemelas alemanas. Olallita es cariñosa y dulce y quiere ser escritora de cuentos. Else es disciplinada, seria y arisca. Su ilusión es convertirse en una virtuosa violinista.
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Guanacaste (Costa Rica), se encuentra en el extremo noroeste del país, limitando al norte con Nicaragua. Es la cuna de muchos aspectos del folclore de Costa Rica, como la música o instrumentos como la marimba y el quijongo. Sus playas bordean el litoral del océano Pacífico. Y en esta provincia de Guanacaste, se encuentra el pequeño pueblo de Ostional en cuya playa arriban para el desove miles de diversas especies de tortugas del océano Pacífico, particularmente la tortuga lora.
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San José (Costa Rica), capital de Costa Rica. Ubicada en el centro del país, sobre la meseta intervolcánica, llamada Valle Central. Goza de un clima primaveral a lo largo de todo el año.
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Puerto Viejo de Talamanca, en la provincia de Limón, localidad del sudeste de Costa Rica en la costa del caribe y paraíso para los amantes de las playas donde se respira un relajado ambiente afro-caribeño. Y a pocos kilómetros de Puerto Viejo, la tranquila playa de Punta Uva, con su arrecife que da protección a la hermosa playa de arena blanca.
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La Nicaragua de la Revolución Sandinista, protagonizada por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, proceso abierto en julio de 1979, que puso fin a la dictadura de la familia Somoza, sustituyéndola por un gobierno democrático de perfil progresista de izquierdas.
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Taxco de Alarcón, municipio del estado de Guerrero, al sudoeste de Ciudad de México. Famoso por sus joyas. En la plaza mayor de la localidad, se erige la Casa Borda, un centro cultural donde se representan actuaciones musicales y obras de teatro.
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Acapulco, en la costa del Pacífico de México, ubicada entre su gran bahía y las montañas de la Sierra Madre del Sur.
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El Madrid de los años ochenta, en plena movida contracultural. Escenarios clásicos como la Plaza Mayor, el Paseo de Recoletos o las zonas de moda de la época como el barrio de Malasaña.
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La Estaca de Bares (Galicia) se adentra en el mar para separar las aguas del Atlántico de las del Cantábrico. Estaca de Bares es el punto más septentrional de toda la península ibérica. Desde este promontorio gris, verde e imponente se domina una vista espectacular.
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El valle del Jerte, en el noreste de Extremadura, a pocos kilómetros de Plasencia, con un microclima propio ideal el cultivo de la picota (cereza con denominación de origen del Jerte). Una de sus localidades más destacadas es Cabezuela del Valle, cuyas calles empinadas, recovecos y callejones umbríos evocan un diseño medieval de judería.
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El Londres musical, sede de las mejores discográficas de los años setenta y ochenta del siglo veinte y de los movimientos musicales como el New Romantic, nacido en la noche londinense o el Hard Rock, Heavy metal o Technopop.
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Regensburg, la ciudad medieval bañada por el Danubio y el Regen. Situada en el centro de la extensa región de la Baviera alemana es probablemente una de las ciudades más hermosas y con más historia del sur de Alemania.
El pulso de mi sangre
La nieta mayor de Beatriz Golmayo rescata del olvido familiar —un olvido intencionado— la historia de una abuela de la que apenas tiene recuerdos. Nacida en una casa señorial en un pueblo de la Castilla profunda, Beatriz, la hija única de unos padres jóvenes, ricos y profundamente enamorados, parece tener escrito el destino en letras de oro. Pero el azar es caprichoso y, desde el mismo momento de su nacimiento —un frío treinta de noviembre de mil ochocientos noventa y cinco—, su vida estará marcada por la tragedia.
Beatriz atraviesa la infancia y la juventud por un camino suave, sin apenas escollos, con los vientos a favor, en una casa donde no falta de nada, rodeada de lujos que la mayoría de la gente no puede permitirse, mucho menos en la España rural de principios del siglo veinte.
Tras un salto de veinte años, aparece una Beatriz adulta que ha vivido episodios que jamás hubiera imaginado. La familia se ha trasladado a Zaragoza. Muchos acontecimientos han ocurrido en estos veinte años. Beatriz se dispone a comenzar de nuevo.
En la novela encontramos muertes, abandonos, amores, desamores, engaños, enfermedades, enriquecimientos, ruinas, caídas y ascensos, como en la vida misma. En una época y en un lugar en el que las mujeres tenían que valerse de la intuición y de una suerte de sentido práctico imprescindible para sobrevivir.
De la mano de la protagonista de El pulso de mi sangre, nos paseamos por la España de la primera mitad del siglo veinte. Una visión de lo que ocurre en el microcosmos de lo cotidiano. Aparece un retrato de la situación del campo, empobreciéndose por momentos, lo que origina el éxodo obligado a la ciudad. Mientras el país se va desangrando, primero, en una absurda guerra en Marruecos, después, en las revueltas anarquistas, en la guerra civil y, finalmente, en una larga posguerra donde la supervivencia pasa a ser el único motivo por el que levantarse cada mañana.
Al final, la historia se permite un capricho y, en un giro inesperado, brilla un rayo de esperanza.
Es la protagonista de la historia. De niña es dócil y alberga un temperamento tranquilo y apacible. Lista y curiosa, aprende con facilidad. Se encuentra a gusto entre libros. Pero, a pesar de su docilidad, Beatriz, ya en su primera juventud, muestra una fuerte determinación, temple y tenacidad suficiente cuando se pone un objetivo. No gasta energía en lo secundario y muy pronto es capaz de comprender lo que verdaderamente es importante. Este carácter, forjado desde niña, le sirve cuando vienen mal dadas. Es entonces cuando ha de recurrir a las impagables herramientas de las que le dotó su madrastra, que fue para ella su verdadera madre y su maestra.
Beatriz representa la dignidad de una mujer que no pierde la compostura nunca. Y la lucha por la supervivencia. La lucha, sobre todo, de las mujeres cuando no hay nada de lo que echar mano, cuando todo parece perdido. Esta lucha callada y discreta sin la cual el mundo ya no sería mundo. Solo de vez en cuando, Beatriz se permite bajar la guardia durante un instante para preguntarse en qué momento se perdió la felicidad que le tenía reservada la vida, dónde se truncaron todas aquellas promesas.
“No sé en qué momento se torció todo. Me he devanado los sesos tratando de descubrir qué fue lo que hizo que mi vida diera un vuelco completo. Pero son tantas cosas, que ya he dejado de darle vueltas”.
Y, tras el paréntesis, toma aire y sigue adelante con lo que venga. Siempre adelante, sin apenas desfallecer.
Es uno de los personajes principales de la novela. Hombre amante de la tierra por encima de todo y luchador incansable por mejorar la situación del campo en España. Heredero de un gran patrimonio que gestiona con acierto y aumenta de forma considerable. Su único afán consiste en arrancarle a la tierra todo lo que puede y mimar a su hija Beatriz. Se ha cimentado una fama de hombre recto, al que no se le puede dar la vuelta y con un sentido de la justicia inusual en quienes gozan, como él, de una posición privilegiada. Trabajador infatigable, goza del cariño, la admiración y el respeto de todo el pueblo.
Según se va haciendo mayor, su conducta moral se torna más estricta y, como consecuencia, más exigente con la de los demás. El ejemplo más paradigmático es el episodio con un cura de dudosa moral que aparece por el pueblo y que Elías se encarga de echarlo.
“Usted no es digno de llevar esta sotana —brama Elías—. Sé en qué gasta los cuartos que los piadosos feligreses dejan de limosna cada domingo en el cepillo. Aquí no hay lugar para farsantes de su calaña. No es usted trigo limpio, así que ya se está marchando de este pueblo…”
Esta rigidez en su forma de estar en el mundo y en su obsesión por la tierra, le llevan a cometer el error más grande su vida.
Es la segunda esposa de Elías. Una madrastra buena que para Beatriz es su verdadera madre. Mujer culta, maestra, viuda de un usurero que la deja en la ruina. Al matrimonio aporta un hijo de su primer marido.
Andrea es sencilla, bondadosa, discreta, amable, cariñosa y adora a Beatriz. Llega al pueblo a ocupar el puesto de maestra de niñas. Tras enviudar, trabaja sin descanso para salir adelante ella y su hijo. Cuando se convierte en la madrastra de Beatriz se dedica en cuerpo y alma a la educación de la niña, poniendo el mayor hincapié en transmitir a Beatriz su amor por los libros. Tiene la ilusión de que llegue a ser maestra como ella. Quiere hacer de Beatriz una mujer independiente, y en ello pone todo su empeño y todo su amor. Hace cuanto está en su mano para vencer la resistencia de Elías desde el primer momento.
“Razón no le falta a usted, Elías, sin embargo los tiempos cambian. Ya casi estamos en el siglo XX y el mundo corre mucho más deprisa. Sin ánimo de entrometerme, estimo que, en breve debería comenzar la educación de Beatriz”
Natividad, hermana de leche de Beatriz, es la amiga que jamás le fallará. Nati es una chica de pueblo, hija de sirvienta.
Es guapa, vivaracha, simpática, espontánea y siempre consigue sacarle una sonrisa a Beatriz. Tiene una habilidad especial para arrancarle a la vida hasta el último resquicio de alegría. Son amigas inseparables a pesar de pertenecer a distinta clase social, cosa que a ninguna de las dos les impide fomentar su amistad.
“Te lo digo verídicamente, Bea, yo viviré y moriré criada, sin más chimpún”
Águeda es la hermana de Elías. Tiene aires de grandeza que Elías no comparte. Sin embargo, siempre ha sido un apoyo para él. Quiere y admira profundamente a su hermano. De temperamento arisco, es rígida, extraordinariamente conservadora, tradicional y beata.
Gustavo es el hermano de Andrea que más preocupaciones le causa en la vida. Es un hombre idealista, bohemio, poeta y anarquista, defensor de los desheredados de la tierra. Se dedica a denunciar las injusticias que se cometen en un país y una época en la que el hambre y la miseria campan por sus respetos. Desaparece y aparece cuando menos se lo esperan. Beatriz lo admira profundamente.
Un maestro de escuela amante de la poesía con la que consigue llegar al corazón de Beatriz. Él la adora y haría lo que fuera por hacerla feliz. Es un hombre fundamentalmente bueno que estaría dispuesto a sacrifica su amor por ella para no perjudicarla.
Hijo del primer matrimonio de Andrea. Un muchacho aplicado que se convierte en un hombre cabal, de principios sólidos. Desde muy joven, alberga buen juicio, entendimiento y sentido común. Él y Beatriz se quieren como hermanos.
Manuel es el marido de Beatriz. Un hombre listo, sabe que para conquistarla tiene que conquistar primero a su padre. Y así lo hace. Se trata de un hombre atractivo, simpático y dotado de una capacidad de convicción fuera de lo normal. Le gusta la política y convence al suegro para invertir en negocios que cambiarán la vida en el campo.
Emma, la hija mayor. Es una muchacha de salud frágil y con un poso permanente de tristeza en su mirada.
Elías, muchacho inteligente, trabajador y el mayor apoyo de Beatriz. No se arredra ante ningún obstáculo para salir adelante.
Felicidad, la hija bondadosa y alegre que hará honor a su nombre proporcionándole a Beatriz los momentos más felices.
Manuel, el hijo visionario para los negocios. Trabajador incansable, planificará cuidadosamente su futuro con el firme propósito de triunfar.
Anastasia, la hija pequeña, siempre dispuesta a traerle a su madre un aire fresco, incluso en los días oscuros. Con ella comienza una nueva generación.
Sebastián es engatusador aunque en realidad no tiene buenos sentimientos. Es un hombre acomplejado, dominado por su madre.
El Pozo del Moro, pueblo imaginario de la provincia de Soria, inspirado en el pueblo real Pozalmuro, del cual proviene su nombre. Dedicado a la agricultura de secano en una época —final del siglo XX y principios del XX— en la que en el campo la vida consistía en trabajar de sol a sol y prácticamente nada más.
El Madrid de 1905 no ha asistido aún al nacimiento de la Gran Vía. Se divisa un paisaje de casas amontonadas. Viejos inmuebles dispuestos sobre callejuelas mal pavimentadas, sucias y angostas. Y, como una joya en mitad de la miseria, El Museo Nacional de Pintura y Escultura, conocido como museo del Prado.
La villa de Olmedo y su balneario, construido sobre las ruinas del convento mudéjar de Sancti Spiritus. Se buscaron en el subsuelo aguas curativas y aparecieron excelentes aguas mineromedicinales salinas que convirtieron el humilde convento mudéjar de ladrillo y adobe en una bonita casa de aguas.
Soria y sus fiestas de San Juan para celebrar los solsticios de verano girando en torno al toro, al vino y al fuego y en honor a la patrona la Virgen Blanca. Se siguen todas las tradiciones como el recorrido de los novillos desde Valonsadero, el domingo de calderas o el lunes de Bailas.
La Zaragoza de 1935, en vísperas de la guerra civil. La calle de San Gil, mal iluminada por tristes farolas, muchachos ataviados con chaquetas raídas de pana y gorras caladas hasta las orejas, vocean las últimas e inquietantes noticias.
El frente de Teruel y el cuartel de Loyola, como escenarios de la guerra civil en la que el terror se va haciendo sitio poco a poco en la conciencia colectiva ante la dialéctica endemoniada de los dos bandos.
El hospital de la Santa Cruz y San Pablo, ubicado en Barcelona. Conjunto de edificios que componen uno de los ejemplos más representativos del modernismo catalán.
La ciudad de Oviedo suspendida en el tiempo. “La heroica ciudad dormía la siesta”, cuenta Clarín en su Regenta. Con sus confiterías como la Rialto y su hermosa catedral y esbelta torre donde “la vista no se fatiga contemplando horas y horas aquel índice de piedra que señala al cielo”.
Mis cinco fuentes de tormento
En esta historia hay cinco mujeres protagonistas que pertenecen al mismo entorno. Cuatro son de la misma familia: dos hermanas, su madre y una tía. La quinta es una amiga de una de las hermanas. Estas cinco mujeres no se saben observadas ni filtradas y, por eso, se comportan con normalidad. Dejan ver a las claras el tormento que las atrapa, la trampa en la que han caído. Se enredan cada vez más y más y nadie puede prevenirlas. Y, al final, acaban siendo las representantes de cada una de las cinco fuentes de tormento.
Así pues, las cinco fuerte de tormento a las que se refiere esta historia son el ego, el rechazo, la ignorancia, el apego y el miedo a la muerte. O dicho en sánscrito: ASMITA, DESHA, AVIDYA, RAGA Y ABHINIVESHA. Se trata de una ficción basada en los comportamientos que la autora ha venido observando a su alrededor y los suyos propios con el afán de verlos reflejados en el papel en forma de las cinco mujeres más importantes de su vida, ella incluida: Catalina, la hermana brillante, actriz, que jamás asistía a los entierros; la prima Margarita que un día se levantó, miró hacia un lado y a otro y no vio a nadie; Charito Domínguez, la amiga, vive su propia historia, elaborada por ella misma, ignorante de la terrible realidad que la acecha a la vuelta de la esquina; el aire misterioso de Marisol y esas maneras de diosa bajada a la tierra, con dos enormes estrellas por ojos, representan el apego del que la narradora no se puede desprender; “el miedo está en un saco, hija mía, cada uno puede coger lo que quiera”. (Filosofía de la madre que jamás fue capaz de aplicarse a sí misma).
El ego te supera, gana, no se puede pelear con él. Es masculino y fuerte y muy atractivo. Te sumerge en su hermosura. Así es Cata, la digna representante del Ego, la primera fuente de tormento de esta obra. Es hermosa, fuerte, la hija estrella, la hermana estrella. Catalina es la estrella más brillante del firmamento. Lo es para su familia, pero, sobre todo, lo es para ella misma.
El rechazo te aturde. Lo que te desagrada lo desechas de tu vida. Margarita, o el rechazo, la segunda fuente de tormento, siente aversión por todas las personas que no están a su altura moral e intelectual. “Así que estoy sola —se dijo a sí misma— pues mejor, mucho mejor estar sola que rodeada de gente necia”.
La ignorancia te impide discernir. Anda ciega y te atrapa para enredarte y confundirte, como se confunde Charito Domínguez, la tercera fuente de tormento, al creer que la felicidad se encierra en una caja de bombones en forma de corazón.
El apego atrae como el dulce atrae a los niños. Te produce placer pero, al mismo tiempo, te mata. “…esos ojos, oscuros de día y claros de noche, de un azul imposible, me tenían atada, incapacitada para volver a andar sola nunca más.” Así es como se siente la cuarta fuente de tormento cuando se le aproxima Marisol, de la que no consigue despegarse.
La muerte llega inexorable, el miedo a la muerte, la sospecha de su presencia te hace temblar como una hoja. “Debe de ser la muerte que viene a buscarme, da la luz, María, para que se vaya —grita con ojos asustados”. La representante de esta fuente de tormento teme morir en la misma medida que ha temido vivir.
Álex y otras historias
Las ocho historias de esta colección tienen como protagonistas a ocho mujeres que se pelean y sufren por alcanzar el lugar que les corresponde. Y esto es lo que tienen en común. Su afán por no ser transparentes. Su empeño por dejar huella, incluso sin saberlo ellas mismas.
Álex le da la espalda al destino que le tienen reservado, rompe con todo y se traslada al otro lado del mundo. Allí luchará hasta descubrir su lugar y encontrarse a sí misma.
Mar consigue salir de su zona de confort, de su rutina dulce y sin sobresaltos, para dar salida a su necesidad artística.
Macarena necesita viajar al sur para romper con toda su anodina, monótona y aburrida existencia.
Matilde se pone el mundo por montera y nada contra corriente en un pueblo de tradiciones inalterables.
Malika cambia de país, arriesgando su vida para poder vivir en libertad.
Gloria se arranca las cadenas de golpe cuando se da cuenta de que la vida se desmorona a su alrededor.
Sabina se carga los moldes desde el principio al colarse en un papel reservado a los hombres.
Xiomara hace todo menos aquello que se espera de una madre.
Todas ellas cuentan con su fuerza. Esa fuerza que las mujeres tienen escondida en alguna parte y que, cuando aparece, arrolla todo lo que encuentra a su paso.
“No pretendo descubrir el sentido de la vida, pero, al menos, no querría caer en el absurdo total”.
Con estas palabras manifiesta Álex, la protagonista de la primera de estas ocho historias, su inquietud por encontrar sus sitio en la vida. El lugar que se le ha reservado —que su familia “extravagante que se cree descendiente directa de la realeza” le ha asignado— no le gusta. No lo quiere para ella. Ella pretende vivir su historia como protagonista. No acepta un papel de reparto. De naturaleza idealista y fuerte determinación, se implica de lleno en la lucha por la defensa de la libertad y la justicia social en América Latina. Álex dará un vuelco a su destino varias veces hasta encontrar su tarea, su lugar y su verdadero amor.
Mar es una artista. En cualquier faceta de expresión artística habría destacado. Lo que mejor hace es pintar, pero también es capaz de componer la letra y la música de canciones y de escribir un relato o un hermoso poema de amor. Sin embargo, en su vida no hay lugar para el arte. Al final, un golpe del destino le concede una oportunidad.
Macarena está convencida de que viajar a Túnez le cambiará la vida. Ahorra hasta conseguirlo. Pero Túnez no resulta ser el destino feliz. El viaje le depara una sorpresa y un encuentro inesperado que será lo que realmente dé un vuelco a su anodina y monótona existencia.
“Ahí va la loca de la Matilde contando fantasías”. Esa fama se la gana a puro de sacarle a la vida lo que por su condición de mujer soltera y sola, pretende negarle. Desafía a la vida y consigue ser feliz. Al final, solo al final, se refugia en la locura para no sufrir.
Malika huye de su país persiguiendo la libertad. Quiere salvarse y, sin embargo, es ella la que salvará a una mujer que ha dado la espalda a lo que realmente significa cuidar y cuidarse, dejar de correr para no llegar a ninguna parte. Detenerse a vivir. Malika la introduce en la sabiduría ancestral de las mujeres africanas.
Gloria está conformada y resignada con su vida de rutina y sin alicientes. Un día, sus amigas de siempre le cuentan su verdadera historia, la real, no la que representaban. Su confesión la vapulea de tal modo que se dispone a tomar la decisión más importante de toda su existencia. Solo tiene que atreverse a dar el salto.
Sabina es una mujer fuerte, seductora, intensa. Se ha colado en el mundo de los hombres con pie firme y ha triunfado. Pero sabe que en el deporte como en cualquier campo, el terreno conseguido se puede perder en un abrir y cerrar de ojos. Y permanece siempre alerta, tratando de encontrar también un hueco para la ternura y el amor.
He aquí lo más parecido a una familia. Un grupo de personas que se quieren, llorando por una mujer, Xiomara —la madre y esposa que no fue como se supone que deben ser—, que se debate entre la vida y la muerte. Que no compartan casa, ni ciudad, ni siquiera país, es irrelevante.