REYES-NOGUEROL, Irene, Alcaravea, Páginas de espuma
La alcaravea es una planta silvestre de flores pequeñas. Sus semillas tienen distintos usos que podrían replicar los cuentos de este libro. Esto es lo que reza la contraportada de Alcaravea, la colección de doce cuentos de Irene Reyes-Noguerol.
Yo añadiría un punto de amargura —que intuyo tiene la planta— que rezuman los cuentos de Irene. Me ha sorprendido el estilo de esta joven escritora, una auténtica cuentista, en mi opinión. El primer relato —Carta a Theo—, sin puntos, ni seguidos ni apartes, te deja sin respiración. Anuncia lo que una se va a encontrar después. Y, el último —Alcaravea—, que da nombre al libro, es el punto final, el que cierra un círculo plagado de angustias, penas, lloros, pero también de cariño y ternura —en mucha menor medida esto último en mi opinión—.
Me han conmovido todos y cada uno de los cuentos. Escritos con un simbolismo atroz, encuentras pobreza extrema; explotación de niñas; ausencias, montones de ausencias; niñas que lloran y se consuelan con las nanas que recuerdan de sus madres, de sus abuelas; niños perdidos en las drogas; desolación que salva una brizna de ternura y el anhelo de descansar, por fin, en paz.
Los comienzos de cada cuento son de un lirismo impactante: «Madre, las maletas, dice, y su voz traspasa este cuerpo como si estuviera hecho de encaje y las palabras se escaparan por sus huecos», así empieza Estos días azules. «Y tienes las olas dentro, toda tú convertida en agua, esclava y dueña de las mareas que te acunan cuando cae la noche», es el comienzo de Oír el mar. «De la nada. Como quien viene de la nada y tiene prohibido el deseo. Y tiende los brazos al vacío», primeras líneas de Cuando los reyes poetas. «Un sol hambriento, duro, blanco. Un sol seco, salvaje. Un sol como un zarpazo…», del cuento Cascarón de huevo. «La noche azul en los cristales. El viento de octubre arremolina las horas altas de la madrugada, cuando casi todo sueña, cuando casi todos duermen», primeras frases del cuento Alcaravea.
Y tras las primeras líneas de los cuentos, los ojos ya no se pueden apartar del resto. Y sigues leyendo, te sumerges en un mar de palabras que te hunde hasta el fondo para, de un golpe de cola de delfín, arrojarte a la superficie a respirar un momento y volver al azul de unas aguas turbulentas que, de pronto, se calman y te mecen hasta quedarte dormida.
Si os gustan los cuentos escritos con una prosa lírica, a medio camino de la poesía, os recomiendo este precioso libro de Irene Reyes-Noguerol. Y tampoco os lo perdáis quienes preferís leer entre líneas, que no nos lo cuenten todo, que podamos adivinar la intención de la escritora, que no se le vean las costuras. Os va a emocionar.
A mí me ha fascinado.
@ElenaLaseca
 
             
         
            
