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Feria del libro 2025_collage (1)

La Feria del Libro de Zaragoza tiene algo de ritual. Cada año, el Paseo San Sebastián se transforma en un paseo de historias, donde lectores y autores compartimos no solo libros, sino también conversaciones, silencios cómplices y descubrimientos inesperados.

Este 2025 he tenido la suerte de participar en varios momentos especiales de la Feria, cada uno con su propia luz.

El sábado 31 de mayo estuve firmando ejemplares de Llámame pingüina en la caseta de Imperium Ediciones, y el domingo 1 de junio en la caseta de la Asociación Aragonesa de Escritoras y Escritores. Ambas jornadas me permitieron compartir de cerca la emoción de quienes se acercan a los libros con curiosidad, afecto o incluso complicidad.

Fue una edición marcada por los extremos del clima: el calor intenso durante el día y las tormentas imprevistas al atardecer nos recordaron, una vez más, que también los libros resisten y se celebran bajo cielos cambiantes. Aun así, la respuesta del público fue cálida y constante, y cada visita fue un pequeño acto de resistencia y entusiasmo lector.

El sábado 7 de junio regresé a la caseta de Imperium Ediciones, en un ambiente ya de fin de feria, pero lleno de energía. Firmé más ejemplares, intercambié impresiones con lectoras fieles y conocí nuevas miradas que se suman al viaje de Llámame pingüina.

El domingo 8 de junio el entorno cambió. Nos trasladamos al Kiosko de las Letras, en pleno Parque Grande, para celebrar el Aperitivo Literario «Naturaleza y Narrativa». Tuve el placer de presentarlo y de compartir escenario con autoras y autores que admiro y con quienes comparto una sensibilidad especial.

A lo largo de la mañana, escuchamos relatos breves que dialogaban con la naturaleza desde distintos ángulos: la memoria, la ficción, la poesía, lo salvaje, lo íntimo.

Me acompañaron en este viaje coral:
Alix Rubio, Ana Moraño, Carlos Tundidor, Rosa Valiente, Brenda V. Serione, Chus Usón, O.G. y Silvia Barcelona.

Fue un encuentro cálido, con mucho sentido y muy buena acogida por parte del público.

No puedo cerrar esta crónica sin agradecer a todas las personas que se acercaron, que escucharon, que preguntaron, que sintieron. A quienes compartisteis conmigo estos días entre libros, voces y árboles.

Zaragoza lee. Y lo hace con gusto, con alma y con muchas ganas de seguir escuchando nuevas historias.

Gracias por formar parte de esta edición.
Nos seguimos leyendo.

Collage feria del libro

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Llámame pingüina