𝙑𝘼́𝙎𝙌𝙐𝙀𝙕, 𝙅𝙪𝙖𝙣 𝙂𝙖𝙗𝙧𝙞𝙚𝙡, 𝙇𝙤𝙨 𝙣𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚𝙨 𝙙𝙚 𝙁𝙚𝙡𝙞𝙯𝙖, 𝘼𝙡𝙛𝙖𝙜𝙪𝙖𝙧𝙖
«Murió de tristeza», estas tres palabras que Juan Gabriel Vásquez leyó en un artículo periodístico fueron el detonante para la aparición de esta estupenda novela. El autor del artículo era Gabriel García Márquez y, supongo, que eso fue un motivo más que suficiente para que Juan Gabriel Vásquez se preguntara cuál era la tristeza que le provocó la muerte a la escultora colombiana Feliza Bursztyn.
A partir de ahí, Vásquez, con esa maestría suya en la utilización del lenguaje —maestría que vengo observando en escritoras y escritores colombianos desde hace tiempo— construye esta novela. En su conjunto es una hermosa fusión entre la biografía, la realidad y la imaginación. La vida de esta escultora colombiana —desconocida para mí— me ha ido interesando según iba pasando páginas. Desde el principio sabemos el final: «Murió de tristeza», pero saberlo no resta un ápice al interés que provoca saber qué ocurrió.
De paso, Vásquez nos enseña la situación de Colombia en ese momento. Feliza Bursztyn muere en 1982 a los cuarenta y ocho años en París. Estaba exiliada. ¿Por qué motivo? Ese es el meollo de la cuestión que este estupendo escritor nos va desgranando a la vez que deja caer más que pinceladas de lo que pasaba en los años sesenta y setenta del siglo pasado en Colombia.
Al final, he acabado por hacerme fan de Feliza Bursztyn, una mujer extraordinaria, de espíritu libre en un lugar y un momento en el que se digería mal la libertad de las mujeres (si es que alguna vez se ha aceptado y se acepta bien). Así como sin querer, aparece el nombre de Alejandra Pizarnik, otra cautivadora artista —poeta, esta vez— de la que voy a leer su biografía en cuanto pueda. En un determinado momento, habitaron las dos este mundo.
Esa es una de las ventajas de los libros de Juan Gabriel Vásquez, que cuenta historias reales como si fueran inventadas, pero, como le oí decir a él mismo, lo que cuenta son las historias de las emociones y ahí radica su éxito, en mi opinión.
No os lo perdáis. Esto es buena literatura.
@ElenaLaseca