El pasado jueves 8 de mayo viví una de esas tardes que se graban en la memoria por la calidez, la cercanía y la magia de las palabras compartidas. Fue en Ricla, un pequeño gran lugar donde la literatura ocupa un espacio hermoso en la vida de sus vecinas y vecinos. Allí fui invitada por el Club de Lectura de Ricla y la Asociación Cultural y Social Nertóbriga. a presentar mi novela Llámame pingüina, dentro del marco de la XXXIII Semana Cultural, organizada por el Club de Lectura de Ricla y la Asociación Cultural y Social Nertóbriga.
Desde el primer momento me sentí acogida. El evento tuvo lugar en el Salón de la Pista, un espacio que se llenó de lectores y lectoras con ganas de conversar, preguntar, escuchar y compartir. Fue un verdadero regalo charlar con Roberto del Val, quien condujo el encuentro con sensibilidad, inteligencia y una lectura profunda de la novela. Gracias, Roberto, por tu mirada atenta y por invitarme a ir más allá de las páginas.
Durante algo más de una hora hablamos de personajes, silencios, miedos, decisiones difíciles… y también de ternura, de fortaleza y de esperanza. Me emocionó comprobar cómo Llámame pingüina ha tocado a personas muy distintas entre sí, pero unidas por una misma pasión: la lectura como forma de vida.
Tras la presentación, compartimos un picoteo informal que se convirtió en una prolongación del encuentro. Más preguntas, más risas, más historias… Porque eso es lo que más me gusta de este oficio: cuando las palabras escritas se transforman en conversación y, a veces, en complicidad.
Gracias a todas las personas que asististeis y, muy especialmente, a quienes hacéis posible estos espacios desde la organización: al Club de Lectura y a la Asociación Nertóbriga.Gracias por creer en la cultura como motor de comunidad. Me fui con el corazón lleno y el deseo de volver.
Os dejo aquí algunas imágenes que resumen una tarde para recordar.