PIÑA, Cristina-VENTI, Patricia, Alejandra Pizarnik, biografía de un mito, Lumen
Hacía tiempo que me rondaba en la cabeza una curiosidad irrefrenable por Alejandra Pizarnik, la poeta argentina, desaparecida a los 36 años. En una interesante conferencia de la catedrática Fany Rubio sobre la Pizarnik, se me metió el gusanillo de esta mujer que para mí era bastante desconocida. Después, me volvió a aparecer en una referencia que hace Juan Gabriel Vásquez en su último libro: Los nombres de Feliza, en el que cuenta que tuvo una relación amorosa con el poeta colombiano Jorge Gaitán Durán, quien a su vez la tenía con Feliza (escultora colombiana). Entre una cosa y otra me hice con la biografía de la que hasta hoy mismo está considerada como una enigmática poeta.
Piña y Venti han escrito una excelente biografía, muy documentada, a partir de los diarios completos de Pizarnik (depositados en la biblioteca de la Universidad de Princeton), así como sus cuadernos, borradores, correspondencia y trabajos plásticos, además de conversaciones con sus amigos y su hermana.
Es un libro denso que al final me ha dejado la sensación que ya intuía de que Alejandra Pizarnik era una mujer deslumbrante y una poeta excepcional que vivía intensamente la vida del mismo modo que trataba con la muerte. «Un ser contradictorio y de múltiples facetas y que ejerce un singular poder de seducción sobre quienes la rodean», la definen Piña y Venti. Y añaden: «quizá precisamente por esos contrastes entre el rostro brillante o artificialmente teatral cultivado en los lugares públicos y la voz desolada o entrañable que llama desde su escritura». La consideran una criatura incluso malévola en su humor y al propio tiempo un «ser agónico acosado por fantasmas de locura, suicidio y muerte». Ella pretendía hacer de la palabra su patria, hasta que se dio cuenta de que la palabra no era el refugio sino la intemperie. «No quiero ir más que hasta el fondo», escribió.
Por esto y mucho más, me ha resultado fascinante la lectura de la biografía de esta poeta tachada como maldita y que, a pesar de estar apoyada por Octavio Paz y Julio Cortázar, estaba excluida del canon por ser considerada una autora «de chicas», demasiado lírica, con poesías de bellas imágenes. Piña y Venti desmontan este argumento con su exhaustivo y documentado libro que, recomiendo sobre todo a quienes aman la poesía y a las buenas poetas, angustiadas y atormentadas como Alejandra Pizarnik que, por no ser capaz de soportar más el tormento de ser una «artista de singular talento en un mundo indigente como el nuestro», se quita la vida a los 36 años.
Su lectura no es fácil ni condescendiente, pero hay artistas por las que merece la pena hacer el esfuerzo y conocerlas. Y como dijo Fany Rubio en aquella conferencia: «La poesía es el principio de todo».
@ElenaLaseca