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La revista Desde Los Márgenes (revista sobre pensamiento, arte y cultura) me solicitó un artículo-reseña para su nº 3, dedicado a Cultura e Igualdad: fortalecer la infraestructura para la conciencia feminista.
Tuve el atrevimiento de reseñar «El encaje roto» (Antología de cuentos de violencia contra las mujeres)’ de Emilia Pardo Bazán, una obra que visibiliza el maltrato femenino en sus múltiples formas. Desde los celos y el adulterio hasta el abuso físico y psicológico, Pardo Bazán nos ofrece una crítica mordaz a la desigualdad de género y a la violencia machista que aún persiste hoy en día. Un libro imprescindible, editado por Contraseña y con prólogo de Cristina Patiño Eirín. No dejemos de alzar la voz contra esta lacra social.
Aquí os dejo el artículo:

Emilia Pardo Bazán (A Coruña 1851- Madrid 1921) fue una de las grandes escritoras europeas de su generación. Su obra y su vida resultan cruciales para revisar y actualizar la historia literaria e intelectual del último tercio del siglo XIX y primeras décadas del XX. Hoy Pardo Bazán es valorada como un referente del feminismo. Uno de los aspectos más originales de su trayectoria intelectual y política fue, precisamente, la inserción del feminismo en el debate cultural y político de la segunda mitad del siglo XIX, utilizando abiertamente el término y contribuyendo a su respetabilidad, con una repercusión pública muy intensa y eficaz.

No llegó a la Academia.

 

Un buen ejemplo del rechazo de Pardo Bazán a la violencia contra las mujeres por parte de los hombres es el texto del 22 de julio de 1901 en la revista La Ilustración Artística de Barcelona:

«El mujericidio siempre debiera reprobarse más que el homicidio. ¿No son los hombres nuestros amos, nuestros protectores, los fuertes, los poderosos? El abuso del poder, ¿no es circunstancia agravante? Cuando matan, a mansalva, a la mujer, ¿no debería exigírseles más estrecha cuenta? Y, sin embargo, los anales de la criminalidad abundan en mujericidios, impunes muchas veces, por razones especiosas, mejor dicho, por sofismas que sirven para alentar al crimen. Así como el cura del Castillo de Locubín creía que por ser sacerdote no iría al patíbulo, el hombre, en general, cree vagamente que por ser hombre tiene derecho de vida y muerte sobre la mujer. Los resultados de esta recurrencia los vemos diariamente. ¿Hasta cuándo durará esta racha de pasión tan útil para los cuchilleros y los armeros que venden revólveres baratos?».

Los ejemplos de maltrato femenino son bien visibles en la obra de Pardo Bazán, nacida de la observación directa de la realidad circundante. La Antología de cuentos de violencia contra las mujeres, con el título: El encaje roto, recopilado por la editorial Contraseña y cuya edición y prólogo están a cargo de la profesora Cristina Patiño Eirín es la mejor muestra de la preocupación de Pardo Bazán por esta lacra social que, lamentablemente, no ha desaparecido a día de hoy. Pardo Bazán falleció en 1921 y, seguramente, ni en la peor de sus pesadillas se podía imaginar que ciento tres años después la violencia machista continuaba.

No hay mayor desigualdad entre hombres y mujeres que la que ocasiona la violencia machista. En esta colección de cuentos, Pardo Bazán trata los diferentes aspectos en los que se muestra con total claridad la violencia ejercida por el hombre contra la mujer por el mero hecho de serlo:

LOS CELOS

Lejos de ser considerados como prueba irrefutable de amor, Pardo Bazán nos los presenta como lo que son: motivos para el maltrato. El hombre celoso se considera propietario de la mujer y con derecho a castigarla. Estas son las palabras del esposo en el cuento La advertencia«Como yo sepa lo menos de tu conducta, la aguijada de los bueyes he de quebrarte en los lomos». En La flor seca, la mujer muerta es sospechosa de infidelidad. En La puñalada, el novio mata por celos sin tan siquiera comprobar: «Una mano ruda la sujetó al suelo; una hoja de cuchillo brilló sobre sus ojos, y se le hundió como en blanda pasta, en el busto cerca del corazón». Como en La flor seca, en Mi suicidio, el hombre vuelve a sentir celos de la mujer muerta y, como ya no puede matarla, dispara a los ojos de su retrato. La amenaza por celos vuelve a repetirse en El revolver«El día que yo note algo que me hiera el alma…, ese día me levanto de noche calladamente, cojo el arma, te la aplico en la sien y te despiertas en la eternidad. Ya estás avisada». No hay mejor modo de amedrentar a una mujer, de anular su vida.

EL ADULTERIO

El adulterio o la simple sospecha le permite al hombre infligir el «justo» castigo a la mujer. El adulterio en el hombre no es delito ni siquiera pecado en la época. Ejemplos tenemos en La perla rosa; en A secreto agravio…, con asesinato doble y atroz en la que se incluye al supuesto amante; en La novela de Raimundo, donde se justifica el asesinato con las palabras que Cervantes puso en boca del gitano ciego: «Nosotros somos los jueces y verdugos de nuestras esposas»; y en el cuento En silencio: sin comprobar nada y con engaños, se comete un terrible asesinato.

LUCHANDO POR LA INDEPENDENCIA 

Las mujeres tienen como primera obligación —y en muchos casos, única— ser esposas y madres, pero Pardo Bazán nos relata ejemplos de mujeres que pelean por su independencia. En Casi artista, una mujer abandonada por su esposo borracho consigue hacerse con un negocio que le proporciona un digno medio de vida. En el cuento titulado Feminista, una mujer dominada por su marido consigue darle la vuelta cuando a él no le queda más remedio que depender de ella. Una mujer quiere dedicarse a cantar en el cuento Delincuente honrado y como el esposo no se lo permite, lo abandona. Pero él se venga en la hija, presionado por la sociedad que no perdona a la mujer: «No tienes vergüenza…Habrá que matarla». La artista en Apólogo consigue escapar antes de que el futuro esposo la ate a la pata de la cama.

MALTRATO FÍSICO

Pardo Bazán nos pone de manifiesto el maltrato físico en un buen puñado de cuentos, también a las hijas e incluso a las suegras, como en el caso de El indulto, en el que la mujer está obligada a vivir con el asesino de su madre. En Las medias rojas, un padre maltrata a la hija para que no escape a su control. No es el único cuento en el que un padre maltrata a la hija, también ocurre en Tío Terrones y en El oficio de difuntos. El brutal maltrato físico de Los huevos arrefalfados es vengado por solidaridad con la mujer. Una mujer maltratada encuentra un defensor en el cuento Sin pasión, aunque el vengador no puede alegar crimen pasional porque la mujer es muy fea y nadie va a creerse que un hombre la defienda.

SENTIMIENTO DE CULPA

Las mujeres se sienten culpables por distintas razones y acaban siendo ellas mismas las más exigentes, aunque no les sirva de nada. Una mujer se arranca todos los dientes en La dentadura para gustar al novio que acaba despreciándola por llevar dentadura postiza; En La emparedada, la zarina hace lo imposible por gustar al zar, pero no lo consigue. A veces se sienten culpables por provocar al maltratador. Este es el caso de La culpable. O se vuelven locas por sentir que no están a la altura como en Aire«Porque yo, aquí donde ustedes me ven, no soy nada, no soy nadie… ¡Soy más fría que el aire!». Otro ejemplo de culpabilidad: sentirse diferente, como el cuento En el pueblo.

ABUSO. VIOLACIÓN

En todos los cuentos subyace el abuso y la violación, pero hay un par de ellos paradigmáticos como el de Leliña: una discapacitada violada y Rabeno: el violador tiene disculpa porque está loco. Y luego está el psicópata que viola mujeres muertas en No lo invento. En Las desnudadas, Pardo Bazán nos pone frente a la doble violencia: no solo las matan, sino que las humillan y violan.

LAS SEÑALES

He dejado para el final los cuentos en los que la mujer detecta a tiempo las señales de un posible maltrato y reacciona: En La redada, la novia vislumbra al novio celoso: «No podemos casarnos. ¡Seríamos tan infelices!»La novia fiel rompe con el novio cuando se da cuenta de la vida desenfrenada de él. Pero el mayor ejemplo en el que una mujer detecta las señales y con el que Pardo Bazán pretende mostrarnos un rayo de esperanza está en El encaje roto, cuento que cierra esta antología y da nombre a la colección. En una sola mirada, la novia descubre a su futuro maltratador. Un rasgo de clarividencia y un bonito y esperanzador broche final.

Emilia Pardo Bazán nunca dejó de denunciar la desigualdad entre mujeres y hombres. En esta colección de cuentos nos ofrece un amplio panorama de la violencia machista y muestra actitudes y comportamientos que —por desgracia— siguen vigentes hoy en día.

 

@ElenaLaseca

Para leer el artículo original en la revista «Desde Los Márgenes» haz clic aquí

 

 

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