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camp005

Caminaba como distraída, sin rumbo, sumergida en sus pensamientos. Negros pensamientos que la llevaban a su tierra, a los campos saharauis. Allí nació ella y todos sus hermanos. Allí vivió toda su infancia: sin agua, con escasez de alimentos, en tiendas, dependiendo siempre de la ayuda internacional que, a cada rato, se olvida de que existen. Una de tantas vergüenzas de este mundo globalizado. Otro ejemplo descarnado de las tormentosas relaciones entre el norte y el sur. Pero ella logró salir. Ahora es una mujer sin patria.

En estas estaba, caminando por el paseo Independencia de la ciudad que la acogió, cuando le llamaron la atención unas letras blancas escritas en el suelo —a veces, mirar hacia el suelo tiene sus ventajas— y se detuvo a leerlas:

La luz al final del túnel, después tus ojos (María de las Morenas)”.

Aichatu sonrió. En un instante se disiparon sus negros pensamientos. Qué mejor patria que la poesía. Y continuó su camino, bajo los tilos vestidos de otoño.  De pronto recordó los ojos claros de aquel muchacho…que le estarían esperando al final del túnel.

Y volvió a sonreír.

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