— ¡Chiiiist!, no hagáis ruido que se despertarán los papás y nos mandarán de vuelta a la cama —trata de hacernos callar mi hermano.
Pero a mi prima y a mí nos desborda la alegría de tal manera que somos incapaces de permanecer en silencio mientras recorremos, a toda prisa, el gélido pasillo. Este año mi prima ha dormido en nuestra casa.
—Me quedo con mis primos, que sola me aburro.
Andamos de puntillas los tres, mi hermano mayor, mi prima —riéndose como siempre y dándome empujones— y yo. El pequeño, todavía muy pequeño, sigue durmiendo.
La emoción nos supera.
Los pies descalzos se nos van congelando sin enterarnos. Ni siquiera nos hemos echado por encima la bata que mi madre —con su eterna aprensión a los catarros de invierno— nos había dejado preparada a los pies de la cama.
La emoción nos supera.
—¿Y si no han venido? —Mi prima, temerosa, mira hacia la ventana.
—Todavía es de noche —sentencia mi hermano a modo de respuesta.
La emoción nos supera.
La persiana del cuarto de estar a medio cerrar. Hace tiempo que está rota. Se ha convertido en nuestra cómplice. Por el hueco entre los listones se cuela la triste luz de la farola de la calle, ¿o será la luna? Pero ese débil resplandor nos basta para alumbrar nuestros sueños hechos realidad. La mesa camilla llena de juguetes.
La emoción nos supera.
Y allí está ella, de pie, presidiendo el resto de regalos, la muñeca más bonita que he visto en mi vida. El pelo castaño, suelto, con flequillo, mirándome con sus enormes ojos y un vestido azul. Y ya no veo nada más.
Nunca llegué a saber cómo se las ingeniaban mis padres para llenar, cada noche de reyes, la mesa camilla con los juguetes que más deseábamos. Lo que sí sé es que ni una sola vez me decepcionaron.
Durante todas las noches de reyes de mi infancia me superó la emoción.
Y esperaste, papá, a que pasara esa última noche para marcharte. Para no empañar nuestra noche de reyes. Para no decepcionarnos. Y te fuiste al día siguiente.
Sin hacer ruido, no fuera que nos despertásemos.
A mi padre, que se fue hace un año,
la noche después de la noche de reyes.
6 de enero de 2018