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Cuando hace unos meses recibí la invitación de Margarita Barbáchano para participar en un libro de relatos, experimenté dos sensaciones al mismo tiempo: alegría y perplejidad.

Por la alegría que me produjo el ofrecimiento de participar en un libro junto con escritoras aragonesas, no me lo pensé ni un minuto y cuando estaba a punto de contestar a Margarita con un rotundo ¡claro que sí!, me sobrevino la perplejidad. Pero ¿cómo?, ¿que el protagonista de mi historia tiene que ser un hombre? Y me paré en seco. Se me quedaron los dedos suspendidos sobre el teclado.

Las protagonistas de mis historias siempre son mujeres. Y lo son intencionadamente. Simplemente pretendo que se nos vea. A los hombres ya les ha hecho protagonistas la Historia, pensé. Sin embargo, tendrán que ser nuestros cómplices o, de lo contrario, jamás se nos verá. Así que me puse a buscar un cómplice entre algunos  hombres buenos.

Encontré uno.   Y decidí contar su historia.

(Presentación: 22 de febrero, a las 19 horas en el IAACC Pablo Serrano)

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