El blog literario «el chico de la Consuelo» ha publicado esta amable reseña sobre mi «Ropa Tendida». Cada palabra elogiosa que ha compartido sobre el libro, desde la descripción de las historias sugerentes y bien escritas hasta los elogios sobre la edición y las acuarelas de Mercedes de Echave, me llena de alegría y gratitud. Su cuidadosa interpretación y apreciación del libro reflejan el amor por la literatura y la atención a los detalles, lo cual valoro enormemente. Su apoyo significa mucho para mí y estoy emocionada de poder compartir estas historias con su comunidad de lectores. ¡Gracias por ser parte de este viaje literario conmigo!
Aquí os dejo la reseña íntegra:
Ropa tendida de Elena Laseca es un libro de inicios, una colección de primeras páginas, una relación de promesas de novelas excelentes por escribir.
En cada entradilla, tras la acuarela, te imaginas que pudiera venir una historia larga llena de frases ensortijadas, barrocas y colombianas en el sentido más macondiano de la palabra y sin embargo te encuentras con la sencillez de tres páginas muy bien escritas que quedan en un esbozo, nada menos, de lo que podría ser o que será cuando la escritora quiera convertirlo en novela. No lo entendáis como reproche, más bien como una alabanza de un estilo sencillo, pulcro, concreto tan ajeno a mí. Tres páginas por historia, no más.
Elena nos regala un libro de sugerencias y aprovecha pequeños matices del día a día para convertirlos en historias insinuadas: la ropa del vecino en la luna comunal, los amores adolescentes colgados del pueblo de verano, la soledad inspiradora descubierta tras la reclusión de pandemia y los polvos que dejamos de echar por no prever la oportunidad a tiempo o descubrirla a destiempo.
Cuando me jubile e intente contar las historias vividas de las que me habré olvidado, rescataré para inspirarme este libro de insinuaciones a medio hacer y cosas sencillas. Elena enuncia, abre, regala la historia en su estilo sin alharacas, en frases cortas tan lejos de mi borrachera de subordinadas y desmesura adjetival. Es como si nos dijera: aquí a lo que estamos, ni un regalo pinturero, ni una frase de más, pero al mismo tiempo mucha insinuación y tentaciones por consumar.
Lo más curioso es que, a pesar de cortas, son historias con final que es como me gustan a mí los cuentos, nada de digresiones sin estación de destino. Quizá demasiado tristes, quizás demasiado rotundas, pero siempre con final; ese final que podría venir tras muchas páginas después pero que aquí te lo encuentras de sopetón e inesperado casi al punto de empezar en toda su contundencia. Por lo demás un rumor reivindicativo que siempre acompaña a los temas de los que escribe Elena: Mujer, justicia social y compromiso con su entorno (nuestro entorno) tanto de vida como de ciudad.
Leeros este libro de cuentos breves, ni siquiera llegan a post, es una delicia para los que os guste la escritura de frases cortas hablando de lo cotidiano. Más Pamies que Carver, más Zaragoza que Nueva york. A mi Elena Laseca me gusta mucho cuando escribe en corto, ya lo de dije en un post laudatorio de La Hija del italiano, que no sé si era novela breve o cuento largo, excelente en cualquier caso y que me encantó. No puedo hablar de sus novelas largas, porque aunque me miran desde mi estante, no me han conseguido todavía enganchar; de todas formas para qué, si disfruto tanto con sus escrituras en corto.
Se me ha olvidado contaros lo bien editado que está el libro. Imperium. Letra amplia, legible, con títulos bonitos simulando manuscrito y una acuarela final de cada cuento a color de Mercedes de Echave que tiene la genialidad de condensar en un dibujo toda la historia.
Lo dicho compradlo y leerlo.