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Reseña publicada en el Suplemento Artes y Letras del Heraldo de Aragón el 31.03.2022

NARRATIVA ARAGONESA

La hija del italiano

Elena Laseca

Imperium Ediciones

Zaragoza, 2022. 144 páginas

La oscura realidad

Leer una novela de Elena Laseca es sumergirse en un laberinto de emociones y vivencias con una asombrosa dosis de sensibilidad. Sus novelas –Alex y otras historias (2012), Mis cinco fuentes del tormento (2013), El pulso de mi sangre (2016), Voces (2020)– atraen al lector desde las primeras páginas y se convierten, además, en un aliento de compromiso, especialmente con el mundo de las mujeres. En su última novela, La hija del italiano (2022), la escritora zaragozana hace gala de una prosa narrativa limpia, diáfana, sin vana retórica, y muestra un dominio del lenguaje que nos recuerda a los grandes autores costumbristas. Isabel, la joven narradora, nos acerca al clima de sospechas y desconfianza, durante los años sesenta del siglo XX, en una aparentemente ilustre ciudad provinciana. Desde las primeras páginas, la autora nos sumerge en un mundo rural, cerrado a cualquier innovación y desconfiado de cualquier persona ajena a la rutinaria cotidianeidad. Porque la llegada de Asmara, una mujer extravagante, y su alojamiento en un viejo caserón, despiertan todas las alarmas en el vecindario: “Tras su paso cambió el aire. Nuestro mundo era gris. Los colores inquietaban”.   

Ese color gris, como la vida en esta pequeña ciudad, despierta las inquietudes de Isabel quien, a pesar del autoritarismo de su familia, quiere salir de una vida anquilosada y falta de estímulos. La rutina en la que vive esta adolescente rompe todos los moldes tradicionales cuando conoce a Asmara y se empiezan a cumplir muchos de sus sueños y aspiraciones. En un ambiente conservador, dominado por una mentalidad religiosa, fruto de la educación en el colegio de monjas, las mujeres siguen discriminadas y necesitaban de un hombre para que avalara todas sus actividades. La sucesión de acontecimientos –una relación amorosa con final trágico, el lesbianismo de Asmara y su encarcelamiento debido a la práctica de abortos clandestinos– vuelven a situar a Isabel en el oscuro pozo de la realidad y, a medida que va madurando, es consciente de los problemas que afectan a las mujeres, especialmente a las del medio rural. 

Mientras la narración avanza, las confidencias de la tía de Isabel abren los ojos a la adolescente hacia un pasado oscuro y cruel: inocentes fusilados delante de las tapias del cementerio, italianos hospedados durante la guerra en las casas del pueblo y, sobre todo, la revelación por parte de una amiga monja de la historia oculta de los niños robados, fruto de abortos clandestinos, que eran vendidos a familias acomodadas. Hay que recordar, al respecto, las numerosas obras literarias que plantean este problema, especialmente la novela La madre de Frankenstein, de la escritora Almudena Grandes, recientemente fallecida. De todos modos, el secreto mejor guardado vendrá al final de la novela. Un final sorprendente y sumamente revelador. 

Como en las anteriores novelas de Elena Laseca, la mujer toma un protagonismo especial y lucha por romper las barreras de la discriminación en los años setenta, mucho más frecuentes que ahora. Además, la autora manifiesta su compromiso con la mujer y su reivindicación. Todo ello con un enfoque realista, una sintaxis fluida y un estilo ágil y dinámico. Una novela breve, intensa y abierta al debate y a la reflexión. Su lectura es tan agradable que nos deja con la miel en los labios.

José María Ariño Colás

Doctor en Filología Hispánica

2022-04-01 (3)

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