La nostalgia, esta bonita palabra, tan sonora y lánguida a la vez, heredada de los griegos (“nostos”: regreso y “algos”: dolor) es la pena de verse ausente de los amigos. El suizo Johannes Hofer la usó en su tesis médica y describía una enfermedad que sufrieron un estudiante y un sirviente. Estos agonizaban, pero cuando regresaron a su casa con su familia se recuperaron milagrosamente. Duele el regreso o, mejor, el afán por regresar.
Todo esto lo he leído en google —menos la etimología que ya la sabía— y lo cuento para compartirlo con todas aquellas personas que aman el conocimiento así contado, en anécdotas y porque a mí me sirve para contar que yo he sufrido de nostalgia durante muchos años. Y que aún la sufro, una enfermedad esta que se me antoja novelesca y pasional como el inicio de la primavera, de noches frías de puro invierno y días de sol premonitorio de un añorado verano.
Sin embargo, de nostalgia no te mueres, aunque enfermes gravemente (como el cuento del suizo) y sufras sin remedio, pues remedio no tiene a no ser que pongas fin a la distancia que te tortura el alma. Si la pones, mejoras y pruebas hay que lo demuestran. Pero si tienes suerte y consigues curarte de la nostalgia, corres el riesgo de que aparezca la soledad. Estás sola y no quieres estarlo. Buscas con quien compartir tu vida y no lo encuentras. Y nadie comprende ese anhelo. “A estas alturas…qué más dará”. Pero yo sí lo comprendo aunque nada pueda hacer, aunque no tenga el remedio del suizo Hofer para aliviar el mal de nostalgia.
La cuestión es que cuando una cree que ha vencido a la nostalgia que padeció, la que te ahoga es la soledad, que como algunas personas saben, viene del latín “solitas” y que es lo que se siente cuando estás sin nadie más. Pero hete aquí que la soledad se viene relacionando con la nostalgia en el abismo de la ausencia y es entonces cuando se te rompe el hilo y pierdes la sensación de unidad con el resto del mundo. Y esta es la tragedia.
Así que no transitan tan alejadas ambas palabras, con las que me ha dado por jugar cuando andaba dando vueltas al trozo de mi pensamiento que quería compartir en esta primavera, que un día se levanta invierno y al siguiente verano y no sabe con cuál quedarse.
Y todo por no pensar en el tiempo, en el que ya transcurrió, no sea que me invada la nostalgia, y en el que está por venir y entonces me asalte la soledad.
OLGA
Hermoso pensamiento vestido de hermosas palabras, Elena. La nostalgia se me antoja acompañada de un escalofrío en la espalda, de un vaivén de tiempo pasado que se escapó sin avisar y que ahora uno busca con mirada asustada por desconocidas guaridas, dispuesto a dar su alma al diablo si éste pudiera garantizarnos su vuelta… En efecto, hay imposibles que resultan dolorosos… Un abrazo. OLGA
OLGA
Hermoso pensamiento vestido de hermosas palabras, Elena. La nostalgia se me antoja acompañada de un escalofrío en la espalda, de un vaivén de tiempo pasado que se escapó sin avisar y que ahora uno busca con mirada asustada por desconocidas guaridas, dispuesto a dar su alma al diablo si éste pudiera garantizarnos su vuelta… En efecto, hay imposibles que resultan dolorosos… Un abrazo. OLGA