CARBALLAL, Alba, Bailaréis sobre mi tumba, Seix Barral

Comencé a leer esta fantástica novela con la seguridad de que me sorprendería, no sabía si para bien o para mal. Tengo la convicción de que estas «narradoras modernas», como la propia Alba se define con mucha sorna, nos descolocan a quienes ya tenemos una edad. Por su juventud, por su escritura fresca, por la cantidad de recursos que albergan y utilizan con soltura. 

Y, una vez declarada mi admiración por Alba Carballal —que me ha sorprendido para bien—, diré que cuando llevaba leídos tres o cuatro capítulos me hallaba completamente perdida. No conseguía enlazar la historia de cada uno de los cortos capítulos, no encontraba la forma de darle unidad al relato. Pero continué, incapaz de quedarme sin saber qué era lo que Alba me estaba tratando de transmitir. 

Poco a poco, se va viendo el puzle. Poco a poco las piezas van encajando. Y, al final, resulta que la historia resulta fácil de comprender. Por el medio, encontramos episodios que han ocurrido en este país —fundamentalmente en Galicia—, que por muy conocidos como los desastres del Andros Patria y el Prestige años después o la ruta del bakalao en Valencia o la corrupción, no los había contemplado del modo que aquí se exponen. El punto de vista gallego, la cantidad de frases en gallego que aparecen se me antojaba muy lejana, pero una consigue hasta entender el idioma y las mentes de estas gentes de la costa gallega sufridora.

Alba Carballal se expresa mezclando el inglés, con el gallego, diferentes modos narrativos y un montón de recursos lingüísticos al alcance de pocas escritoras y escritores. Da la impresión, al principio, de que aparecen decenas de personajes. Y, en realidad, son tres los importantes. Muy complejos, muy difíciles de comprender y a los que se acaba queriendo.

Aida, el tío Lolo y el Xairo nos van llevando de la mano, cada uno desde su calvario particular, a discernir lo que significan las cinco fuentes de tormento: el ego, la ignorancia, el rechazo, el apego y el miedo a la muerte.

Alguien me dijo una vez que a la literatura no se le han de ver las costuras. Se equivocaba. Alba deja las costuras bien a la vista, los hilvanes, los pespuntes y los zurcidos. Y bien que se agradece. Y lo que me ha fascinado, de verdad, es que se dirige al lector —lectora en mi caso— con tanta gracia que parece que la estás oyendo en persona.

Muy recomendable. 

@ElenaLaseca