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Virginia Costelo ha vivido en Francia veinticinco de sus treinta años. Su madre decidió volver a su país de origen tras la separación de su padre, un español de familia muy española, muy católica y muy rancia de una pequeña ciudad famosa por su belleza. La madre de Virginia no pudo soportar el desprecio de los parientes de su esposo y el vacío al que la arrojaron. Ella no se molestó en explicar los motivos de la separación. No la habrían creído en una familia muy española, muy católica y muy rancia. Se fue. Y se llevó a Virginia, pero cada verano la niña regresaba a casa de su padre.

Virginia aprendió a leer y escribir en francés, pero su padre y también su madre hicieron lo posible por que no olvidara el castellano. Al final de su etapa escolar, hablaba, leía y escribía con soltura en ambos idiomas. 

La administración local de la pequeña ciudad española —famosa por su belleza— elegía cada año a un joven escritor al que le publicaban una obra de ficción. Los requisitos eran haber nacido allí o ser residente permanente y tener menos de treinta años. Virginia escribía cuentos desde que tenía memoria. En el colegio recibía premios. Estudió filología clásica. Escribió algunos artículos que le publicaron en un periódico local francés. La editorial de su universidad le publicó una colección de relatos que recibió excelentes críticas. A los veintitrés años decidió presentar su candidatura en la ciudad paterna. No la eligieron ese año, ni los cinco siguientes que también se presentó. Era tenaz. Tras el sexto fracaso, cayó en la cuenta de que los elegidos siempre eran chicos. Ni una sola vez habían elegido a una joven escritora. 

A sus veintinueve años, último año en que le sería permitido presentarse, lo hizo con el nombre de su primo: Adrián Costelo, compañero de juegos y aventuras desde su infancia. Adrián firmó los cinco relatos de Virginia con los que se postulaba. 

Ganó. 

El Jurado felicitó a Adrián Costelo, declarando que esos cinco relatos —de una calidad literaria y belleza singular— eran los mejores de cuantos se habían recibido en los diez años de existencia del programa para la promoción de jóvenes escritores. 

@ElenaLaseca

Ilustración (acuarela):  Mercedes de Echave

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